Roy La primera vez que me conoció me olió muy amablemente. Me quedé quietito hasta que mis primos me dijeron que ya estaba reconocido. Luego pude hablarle, acariciarlo, sacarle fotos, andar por la casa sin que me siga. Ya estaba incorporado a su grupo de amistades
Me cuentan que cuando la Nena ( hoy de 28 años y casada) fue a la secundaria, en su prier día, la Mamá ( mi Prima) la acompañó hasta el colectivo a 5 cuadras de su casa. Roi se coló en la caminata. llegaron ghasta Av. La Plata y el perro cruzó cuando ellas lo hacían a su lado. llegó el colectivo y la alumna sube sola, y mientras saca el boleto, Roi se sube al micro. Lo que costó bajarlo fué un intenso trabajo de explicaciones y caricias. Hasta que el eprro entendió, se bajó y volvió con Mamá a casa. Todos los días acompañaba a la alumna hasta el colectivo. Cuando la Nena subía el regresaba. Esperaba que alguien cruce la Avenida y seguía sus pasos.
Este acompañamiento lo hacía con todos los que conocía. A todos. Su Familia, sus amigos, sus vecinos, los pibes y pibas del barrio
Hacía era nuestro amigo que ya no está con nosotros
Daniel
Roy se transformó en un perro especial desde el momento mismo de su elección. Resulta que el abuelo Julio decidió regalarle un perro a sus nietos, elegida la raza les tocó a Ariel y su padre ir a comprarlo. Ya el lugar resulto extraño, era en un piso del hotel Savoy, y apenas entramos nos recibió una jauría de cachorros, uno de los cuales fue directamente a los brazos de Ariel que no quiso saber de cambiarlo por ningún otro. Se suponía que teníamos que volver a casa con un cachorro de ovejero alemán y como Lili, (la mamá de Ariel), sabía de razas y otras yerbas de inmediato nos espetó que nos habían metido el perro. Por supuesto el que siempre cargó con esa vergüenza fue el padre porque Ariel estaba chocho. Con el tiempo la deshonra por dicha compra se vio mitigada por la inteligencia demostrada por Roy y terminó siendo una compra afortunada porque averiguamos que era de la raza labrador que se destacan por su inteligencia, valentía y fidelidad. Pronto se incorporó a nuestra vida y compartió muchas vacaciones donde se enfrentó a una jauría de perros abandonados, recibió una coz que lo elevó por los aires, se internó en el agua para traer a los niños colgados de su cuello, buceó como lo hacían sus antepasados cuando trabajaban en los buques de pesca del bacalao y otras muchas hazañas que deleitaban a los pequeños y a los no tan pequeños. Su vida en la ciudad discurría entre acompañar a los vecinos hasta la parada del autobús y pasear por el Parque Chacabuco donde se daba unas duchitas en la fuente del parque. Estos paseos a veces los daba por su cuenta pues saltaba el muro que nos separaba del vecino y se fugaba pidiéndole a los obreros que trabajaban en la panadería lindera que le abrieran la puerta, y quien le iba a negar algo a un perro totalmente negro de 65cm de alzada con unos ojos que te miraban fijo a los tuyos. Amaba a Anahi y Ariel y protegía a Lili de todo lo que estuviera a su alrededor, sentía hacia ella un cariño especial y solía tirarse a sus pies y compartir muchos momentos. Los que lo conocían lo querían mucho a pesar del respeto que imponía su aspecto porque era incapaz de agredir a alguien sin razón alguna. Por eso siempre decimos que si tuviéramos otro perro sería de la misma raza y ésta vez sabríamos que no nos estaban metiendo el perro. Roy nos dejo con 12 años de edad un día 12 del mes 12, hasta para eso fue especial, demás está decir que lloramos mucho y que lo seguimos recordando con mucho cariño.
Raúl
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