sábado, 20 de junio de 2015

Los niños, principales víctimas de las mordeduras de perros

El tema se abordó en un congreso organizado por el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Los expertos insistieron con no humanizar a las mascotas, sobre todo si tienen capacidad agresiva.
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Por competencia, por miedo, por el territorio o por dominancia los perros suelen morder. Y las mordeduras pueden convertirse en una verdadera tragedia familiar cuando el animal es fuerte y agresivo. Los expertos señalan que la mayoría de las mascotas que muerden reinciden, y que los niños pequeños son las principales víctimas. Sin embargo, algunas recomendaciones sumadas a las terapias cognitivas conductuales permiten reducir la agresividad.

Las mordeduras y el análisis de la conducta de los animales de compañía fue uno de los temas del 7º Congreso de Atención Primaria de la Salud. Se hizo en Mar del Plata y fue organizado por el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires y el Consejo de Salud Provincial (COSAPRO).

“Como bien indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), las mordeduras caninas son un problema de salud pública en todo el mundo. Requieren prevención y un aprendizaje por parte de los dueños de las mascotas, que deben asesorarse para la crianza del animal y para ejercer una tenencia responsable”, señaló el Ministro de Salud provincial, Alejandro Collia.

En nuestro país hay un perro cada cuatro habitantes, cuando la recomendación de la OMS es que haya uno cada 10. “Estamos excedidos en cantidad y esto genera mayor riesgo de propagación de zoonosis y de las agresiones”, explicó Eduardo Reynés, coordinador de la comisión de Zoonosis del Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires.

El especialista contó que en el municipio de Tres de Febrero, donde se desempeña, crearon un Centro de Etología Clínica, una especialidad que se ocupa de analizar el comportamiento animal y de controlar a los perros mordedores durante los diez días posteriores al evento, para constatar posibles casos de rabia. En ese distrito se reciben unas 800 consultas anuales por mordeduras. Un 25 por ciento de las víctimas debe aplicarse el tratamiento antirrábico por no poder identificar al animal agresor, algo común cuando se trata de perros callejeros.

Cuidado con los reincidentes

“Observamos que algunas familias nos traían a sus perros dos o tres veces al año, es decir, se trata de perros reincidentes en la conducta agresiva. Esta observación nos llevó a crear el centro de etología, que nos permite observar al animal y ofrecer orientación a los dueños para evitar nuevas lesiones”, explicó Reynés.

A partir de esta experiencia se supo que las mordeduras más graves se producen en la propia vivienda del animal hacia un miembro de la familia. Y que los animales domésticos que más atacan son los perros machos. Mientras que las víctimas más frecuentas son los niños varones que forman parte de la familia.

“Desde el punto de vista del perro, la familia es la jauría de la que forma parte. Al tenerlo a su altura, es posible que observe al niño como a un par y como una competencia, ya sea por el espacio en la casa o por el alimento”, detalló el profesional. También dijo que estas situaciones traumáticas se pueden prevenir en la medida que uno aprenda a criar al perro y que la crianza funciona mejor si se hace desde los primeros cinco meses con un criterio acertado. Para lograr una socialización positiva, hay que jerarquizar al animal como mascota y evitar humanizarlo.

“Suele ocurrir que los chicos no saben leer a tiempo las señales previas a la mordida, como la mirada fija, el cuerpo tenso o los gruñidos. Ese desconocimiento también los hace más vulnerables”, agregó en el congreso Virginia Ragau, veterinaria y especialista en etología.

Ragau realizó 227 entrevistas a dueños de perros mordedores. Explicó que de cada caso hay que hacer un análisis completo del comportamiento animal y del contexto para evitar las reincidencias. “Lo más importante es saber qué perro nos conviene tener en función del espacio que tenemos y del grupo familiar que integramos. De lo contrario la mascota, que debería ser una compañía agradable, puede convertise en un enemigo con cama adentro”, alertó la experta.

Por qué muerden los perros

* Por dominancia y competencia. El perro puede reaccionar con una mordedura por el alimento, el lugar de descanso, un juguete o como una respuesta a la manipulación. Actitud corporal: gruñidos, mirada fija y erizamiento del pelaje en el lomo.

* Por miedo. Los perros que fueron sometidos a situaciones de estrés por maltrato, trauma o castigo y aquellos que no fueron correctamente socializados suelen tener un temperamento irritable y proclive a las reacciones agresivas. Actitud corporal: las mascotas se agachan, llevan la orejas hacia atrás y ponen la cola entre las patas.

* Cuando ve amenazado su territorio. El perro puede morder como un comportamiento de supervivencia. Actitud corporal: ladridos, vocalización y gruñidos.

Fuente: Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires.

Lenguaje corporal: ¿Sabés interpretar lo que "dice" tu perro?

El doctor Claudio Gerzovich Lis, médico veterinario y especialista en comportamiento canino y felino, está convencido de que los perros tienen un complejo sistema de comunicación, que usan para interactuar entre ellos y con las personas. Hablamos con él para abrirte los ojos: tu mascota está tratando de decirte algo.
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Qué método suelen usar los perros para comunicarse? ¿Cómo dicen lo que sienten, lo que necesitan?

Su sistema de comunicación es muy complejo y está basado en señales auditivas, visuales, olfativas y táctiles.  Dicho en otras palabras, si bien los perros no hablan, ellos se comunican a través de gestos, posturas, sonidos y olores.

¿Ese mismo sistema lo usan para comunicarse con las personas?

Sí, ese sistema de comunicación no solo es utilizado por los caninos en su relación con sus congéneres, sino también con los seres humanos. Sin embargo, muchas personas lo desconocen o lo niegan. Para quienes interactúan con perros propios o ajenos es de vital importancia el conocimiento de estas señales. Solo así es posible entender las actitudes de los perros y evitar situaciones de agresión como consecuencia de conductas humanas que no son comprendidas por los animales, o viceversa.

¿Qué tipo de sentimientos pueden expresar a través de su lenguaje corporal?

Mediante estas señales los animales mantienen el orden dentro del grupo, identifican y marcan su territorio, conocen el estado fisiológico y emocional de sus congéneres, así como su rango social. También las usan para expresar su estado emocional, sus deseos y sus necesidades.

Por ejemplo, ¿cómo podemos reconocer cuando un perro tiene miedo?

Un perro inseguro, que exprese sumisión o intención de huir, se manifiesta manteniendo la boca cerrada, con las comisuras labiales dirigidas hacia atrás, ojos no muy abiertos y orejas también hacia atrás en contacto con la cabeza, que habitualmente se mantiene baja. Otro indicio es la liberación de los llamados "olores emotivos". Son producidos en circunstancias muy especiales, como el estrés, el miedo o el celo en las perras. Por ejemplo, en situaciones de intenso temor un perro puede comprimir sus sacos anales enérgicamente, eliminar su contenido y producir un olor penetrante muy característico.

¿Y si busca llamar nuestra atención?

Esa es una de las funciones específicas del ladrido: llamar a todos los miembros del grupo para iniciar una acción.  Un ejemplo típico es los perros que ladran para solicitar parte del alimento que está comiendo su dueño, quien, con el fin de callarlo, satisface la demanda del animal. Otro ejemplo es aquellos perros que ladran llamando la atención del propietario ya sea para jugar o salir a dar un paseo, porque saben que con esa actitud convencerán al dueño de que haga lo que ellos quieren.

¿Y si quiere jugar?

En este caso hay que tener en cuenta la posición de la cabeza y el cuerpo. Un perro amistoso, que quiere informarle a otro sus deseos de jugar, se agachará con los miembros anteriores extendidos, el tren posterior levantado y la cabeza casi apoyada sobre el piso. Por el contrario, un perro poco amistoso, aunque no momentáneamente agresivo, se acercará lentamente, bien erguido y con las extremidades tensas, lo cual constituye un mensaje de dominancia.

¿Y si se siente solo?

Cuando un perro es dejado repentinamente solo emite aullidos. Tienen la misma función que en los lobos, es decir, reforzar la cohesión del grupo. En la vida salvaje el resultado del aullido de soledad es atraer a los otros integrantes de la jauría. Sin embargo, los perros de la ciudad raras veces consiguen que sus propietarios acudan en su búsqueda, sino más bien que los vecinos se enojen.

¿Cuánto hay de cierto en el dicho popular "perro que ladra no muerde"?

Un perro que está a punto de morder (a un rival canino o humano) gruñirá y, al mismo tiempo, retraerá los labios para mostrar sus dientes. En este caso, la postura será la que indique la inminencia del ataque. Sin embargo, en esta situación existe un mínimo nivel de miedo, ya que si no fuera así el ataque sería silencioso. Si en cambio el gruñido se presenta solo, aunque el nivel de agresión sigue siendo alto, existe algo más de temor. Esto indica que el ataque podría no ser tan inminente a pesar de que la probabilidad de que se produzca todavía será muy elevada. Si el miedo continúa aumentando en detrimento de la agresividad, seguramente los gruñidos comenzarán a alternarse con ladridos y el riesgo de un ataque será menor que en los otros casos. Si el gruñido desaparece y solo están presentes los ladridos, significa que el perro está en una situación de conflicto interior: no se anima a atacar pero tampoco siente tanto temor como para huir.  Esta explicación es la que da sustento y cierta validez al famoso dicho popular "perro que ladra no muerde".  No obstante, si en algún momento la agresión supera al temor el perro podrá atacar, hecho que demuestra que a los perros poco les importan los refranes humanos.

¿Y el que dice "más contento que perro con dos colas"?

La cola es un indicador sensible de su estado emocional. En este caso, existen dos indicios a tener en cuenta: la posición y el movimiento. En cuanto al primero, si la cola se halla suspendida, colgando desde la base, está indicando una actitud serena, desprovista de tensión. Luego existen dos posiciones extremas. En una el perro eleva la cola por sobre su dorso y la ubica en forma perpendicular a éste; en este caso expresa un estado emocional de seguridad en sí mismo. La posición opuesta, que consiste en mantener la cola muy baja llegando incluso a introducirla entre los miembros posteriores, demuestra que el animal siente gran inseguridad y temor. En lo que respecta al movimiento, está relacionado con una situación de excitación. Leves movimientos, cortos y rápidos, indican una actitud amistosa y sumisa. En cambio, si está ubicada en posición vertical y los movimientos son bruscos indican que son desplegados por un animal de gran jerarquía, cuyas probables emociones son la excitación sexual, lúdica o incluso la agresión.

¿Qué significa cuando un perro raspa el suelo?

El denominado arañado o raspado del suelo es otra forma de comunicación visual. El perro "raspa" el suelo con una o más patas, generalmente después de defecar, dejando una marca visible.  Esta marca está acompañada de una señal química proveniente de las glándulas sudoríparas ubicadas a nivel de las almohadillas plantares y de las glándulas sebáceas interdigitales. El significado de estas señales, que son mucho más frecuentemente emitidas por los machos que por las hembras, es doble. Por un lado, al ser utilizadas por los individuos de mayor jerarquía del grupo y ser estimuladas por la presencia de otros perros constituyen una demostración del rango social del emisor. Por otro, debido a que la marca dejada en el piso perdura durante un tiempo, informan que el territorio en cuestión tiene dueño.

A modo de cierre... ¿De qué nos sirve, a las personas, aprender a leer el lenguaje corporal de nuestras mascotas?

Es imprescindible que todos los propietarios o futuros propietarios de perros conozcan la forma en que estos animales se comunican, para aprender a entenderlos y comprenderlos. Esto facilitará una mejor convivencia entre dos especies, la humana y la canina, que sin lugar a dudas pueden establecer una comunicación fluida entre sí.

martes, 9 de junio de 2015

La despedida a una mascota

  • Clarín

  • 9 Jun 2015
  • Laura Haimovichi lhaimovichi@clarin.com

Insuficiencia renal aguda, diagnosticó la veterinaria. La ovejera alemán sufría de vómitos, pérdida de apetito y letargo desde hacía un par de días. Estaba acurrucada frente a la puerta de la cocina de la casa chorizo de Villa del Parque y, como el Argos mitológico, aquel viejo perro moribundo de La Odisea, era una sombra de la que había sido. Aquella mole de treinta kilos estaba cubierta de pelo rubio y blanco, tenía el hocico ancho, ojos muy grandes color miel y era una entusiasta compañera de juegos de los chicos. Siempre alerta en la defensa del territorio, confiada y leal con quienes la cuidaban y le habían dado refugio desde hacía doce años, cuando llegó siendo cachorra.

Lula estaba grave. Respiraba con fatiga, sin aliento casi. ¿Qué había sido de su contagioso vigor, de sus ladridos potentes? ¿Dónde estaba aquel animal que se lanzaba a la carrera cuando ganaba la calle para el paseo irregular o cuando se dejaba acariciar con absoluta entrega alfombrando una parte del patio? ¿Quién iba a imaginarlo así, tan de repente, sin previo aviso? Entre la visita de la médica y su muerte no pasaron más de un par de horas. Justo ese día había sido también la partida de Isaac, su amo y mi padre, el actor que “se fue de gira”, como dicen sus colegas, apenas antes de la Navidad. La ovejera no llegó a sobrevivirlo demasiado.

Habían pasado exactos tres meses de su partida, el 18 de diciembre. Pudo haber sido la tristeza, lo debe extrañar, dijo la veterinaria. La vida de los otros, mientras tanto, continuó su marcha.